El DIM, el equipo del pueblo, en menos de dos años, volvía a lo más alto del podio y se consagraba campeón del fútbol colombiano y su fanaticada quería enloquecer. Nacional, que buscaba su octava estrella después de un lustro de intentos fallidos, era despedido por sus seguidores, resignados y rostros desdibujados por la amargura de la derrota.
El triunfo escarlata tenía un sabor especial, pues en el camino quedaba el rival de plaza en una final nunca antes vista en 56 años de balompié rentado en Colombia, y premiaba a los jugadores que vinieron de menos a más y que, contra los pronósticos, cerraron con jerarquía una campaña que al comienzo generó dudas, pero que tuvo un digno remate que, incluso, los puso de terceros en la reclasificación.
El empate sin goles, luego de la victoria por 2-1 sobre Nacional el jueves pasado en el primer duelo de la final, consagró con la cuarta corona al Poderoso de la montaña, que por lo mostrado en las últimas salidas fue un merecido ganador.
La fiesta, que había comenzado a mediados de la semana, y que en la calurosa tarde dominical se vivió en un marco espectacular pintado de verde, blanco, rojo y azul, mantuvo en vilo a los hinchas hasta el tiempo de reposición, pues sólo hasta el pitazo final de Jorge Hernán Hoyos, tras el cobro de un tiro libre, desviado, de Edixon Perea, nadie se atrevía a celebrar.
Hasta se llegó a pensar en la definición mediante el cobro de tiros libres desde el punto penalti, como señalaba un joven de camiseta a rayas verdes mientras se llevaba su mano derecha al pecho porque el corazón se le quería salir.
Lágrimas de alegría, abrazos de hermandad, expresiones de emoción y corazones palpitando a más del 100 por ciento, caracterizaron ayer a los integrantes del Poderoso.
Y no era para menos, después de 46 años Independiente Medellín volvía a celebrar un título ante su fanaticada, debido al empate 0-0 frente a Nacional.
Gracias a Pedro Sarmiento y a sus muchachos, la actual generación que sigue al Poderoso pudo dar en casa, y ante su rival de plaza, la vuelta olímpica que no se efectuada en el estadio Atanasio Girardot desde 1958, cuando el grupo que orientaba René Seghini superó 4-0 al Cúcuta y celebró la estrella que correspondía al campeonato de 1957.
Con razón los jugadores no querían parar de protagonizar la celebración del avioncito, de recorrer cada uno de los rincones del estadio y de besar enloquecedidamente la camiseta que lució mejor con cuatro estrellas en su escudo.
Y los hinchas, que soportaron los más de 30 grados de temperatura y estaban golpeados porque los privaron de lucir sus trapos, no paraban de corear el nombre de cada uno de los protagonistas de esta gesta deportiva y de gritar a todo pulmón "gracias, gracias Medellín".
LA HISTORIA DE NUESTRO EQUIPO SIGUE EN LA ACTUALIDAD LLENANDONOS DE ORGULLO Y MAS QUE TODO DANDONOS ALEGRIAS.
GRACIAS INDEPENDIENTE MEDELLIN POR EXISTIR.
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